miércoles, 20 de junio de 2012

En mi barrio

En mi ciudad donde nací, crecí, jugué, estudie y establecí mi hogar es una área bastante tranquila, con bastante áreas verdes, algunas privadas y otras públicas. Mi barrio, a veces con titulo de reparto, colonia o comarca, pero las facturas de servicios y cobros son con el titulo de residencial (por ende las tarifas, impuestos, tasas, etc.) titulo que a opinión personal nunca ostenta, con mas que uno u otro acontecimiento fuera de la rutina diaria yo siempre lo catalogo como un barrio muy tranquilo y muy optimo para criar a los hijos, obvio que a lo usual más de una vez se oye de delincuencia, alborotos, pleitos, accidentes, es muy bajo en consideración con el resto de barrios. Todas las mañanas me dispongo a alistar a mi hijo mayor para sus deberes escolares, muy de mañana nos dirigimos al punto de espera de la ruta del bus escolar, desde la casa hasta ese punto recorremos unos 60 metros, camino el cual está a la par de la calle principal de la ciudad donde a un lado se divisa un área verde de recreación con instalaciones para jugar softball, fútbol o baseball e incluso distraerse con las mascotas, nada fuera de lo normal en nuestro pasar diario; una mañana, que para mi iba a ser rutina, observo que ese espacio baldío en el que más que una u otra cabra o mascota amanece por ahí es mi sorpresa divisar una cantidad de personas desconocidas con estacas, cuerdas, cintas, plásticos realizando tareas catastrales (artesanalmente) y tomando cada quien un pedazo de tierra con intenciones de erigir construcciones a posteriori, bromeando con otro padre de familia le hago el comentario y le señalo donde están esas personas diciéndole que tendremos nuevos vecinos, él me confirma lo que por mi mente vagamente ya había corrido, “son precaristas”; totalmente me golpea la noticia porque esa palabra se traduce en personas ávidas y a fuerza tomando propiedades ajenas como si fuese suyas con cierta autoridad no ganada. Lo primero que se me vino a la mente fue que eran personas con intenciones comerciales y no con intenciones formales de exigir un derecho constitucional de poseer su propia casa, son invasores apropiándose de áreas públicas y lo más triste que esa actividad esta incrementándose en mi país. Digo que son comerciales porque la costumbre comprobada de esas personas es que se toman las tierras, el gobierno cede a sus peticiones y les dona ese lote, medio construyen una champeta y tiempo después la venden, con direcciones a tomar otras tierras, un circulo vicioso que se ha convertido en un negocio para muchos bastante rentable. A sentimiento personal me molesta el actuar de ellos es muy deplorable y egoísta, un mal ejemplo que les están inculcando a sus hijos; si este gobierno agacha la cabeza (por no decir, “una vez más”) y les dona ese terreno donde solía jugar y recrearme con mis hijos, este barrio dejara de ser tranquilo y estable, perderá esa esencia de seguridad porque si se continua así, hasta me pueden sacar de mi casa para ellos meterse, sé que es algo extremista pero al humano le gusta lo fácil de tomar, yo solo pienso que si de verdad son familias necesitadas de un lote para construir y que quieren todo legal estoy de acuerdo, pero si toma el rumbo de negocio mi desaprobación será inmediata, lo que a fuerza se toma, duele la devolución.